YPF está operando en 28 áreas de la cuenca (19 sola y 9 en asociación con otras petroleras) y, según anunció el CEO y gerente general de la empresa, Ricardo Darré, está terminando de diseñar un plan que prevé invertir entre 2500 y 4000 millones de dólares anuales a partir de 2019.
“Con el precio del barril rondando los 51 dólares y la prórroga del Plan Gas hasta 2021 [que garantiza a los productores un precio anual en descenso de 7,5 a 6 dólares por millón de BTU] mejoran las condiciones. Pero es necesario mejorar la actual estructura de costos. Por eso estamos firmando acuerdos de productividad con los gremios y las provincias [Neuquén y Chubut ya cerrados, y en negociación con Santa Cruz] para bajar los costos un 20%”, estima.
Por lo pronto, ya consiguieron bajar el costo de perforación de los pozos de unos US$ 19 millones, en 2013, a 11 millones, el año pasado, y este año lo bajaron a 8,1 millones. Es el trabajo que está dirigiendo Pablo Bizotto, director de Desarrollo de No Convencionales, que también participó de la visita.
Eso le permitió a la petrolera estatal encarar 13 pilotos de exploración y 6 ya en desarrollo productivo entre este año y el próximo, y planificar para 2019 5 pilotos y 17 áreas de desarrollo. “Si hacemos las cosas bien -dice Darré, en referencia a todas las empresas que operan en la zona (Exxon, Shell, Total, PAE y Wintershall, entre otras), vamos a dejar de comprarle gas a Bolivia desde la Argentina.”
El camino no será fácil. A los problemas estrictamente económicos se suman los conflictos sociales. Debido a los bloqueos al ingreso en algunos yacimientos por parte de comunidades originarias de la zona, que reclaman mayores compensaciones por el uso de la tierra, la empresa debió parar la producción en ocho pozos, con una pérdida estimada hasta ahora en US$ 89 millones.
En un encuentro con el presidente Macri también le plantearon necesidades de infraestructura. Por ejemplo, las rutas provinciales 7 y 22, que llevan a los yacimientos, están muy deterioradas, sobre todo para el intenso tráfico de camiones.
Fuente: La Nación